El año 1988 marcó el final del período más negro en la historia de Chile: la dictadura de Augusto Pinochet. "No" narra con precisión la habilidosa jugada publicitaria llevada a cabo por la oposición chilena para ganar el plebiscito convocado por un gobierno en jaque ante las múltiples presiones de la comunidad internacional. Pablo Larraín aborda el film mediante una realización cercana al documental que procura el naturalismo en cada plano y deja entrever un exhaustivo trabajo de documentación. El acierto de "No" reside en afrontar desde una perspectiva poco convencional un conflicto oscuro y atroz, sorprendiendo a un espectador que espera desde el primer instante una feroz diatriba contra el régimen. Canaliza la trama René Saavedra, personaje interpretado por Gael García Bernal, publicista a cargo de la campaña y artífice del triunfo posterior. Saavedra huye ya en el inicio del extremismo y elabora una campaña que omite deliberadamente las brutalidades cometidas por el dictador. Su intención es apelar a un sentimiento enérgico y entusiasta, alejado de la nostalgia, la solemnidad y el horror. Saavedra, pragmático y visionario, no anhela venganza sino esperanza. Su planteamiento, en origen, resulta muy naif, pero a medida que avanza el metraje vamos intuyendo que quizá no existía una alternativa mejor. Las imágenes de archivo ofrecen al espectador la garantía de empatizar con lo que se está contando y la ambiguedad de algunos personajes dota a la película de una innegable honestidad. Son los diálogos, sin embargo, el apartado en el que "No" proyecta mayor verosimilitud. Cuando acaba el relato, uno sale del cine con el antojo de saber más acerca de esa convulsa etapa.
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