'New York, I love you': emociones contenidas

                           



  Desde hace unos años Hollywood se viene apuntando a una moda muy particular a la hora de fabricar películas. Me refiero a ese tipo de cine, marcado indefectiblemente por la sensibilidad y las emociones intensas, en el que un reparto coral y un guión enrevesado (que normalmente confluye en un final que encaja como un rompecabezas) actúan como vehículo para narrar una historia estructurada a través de pequeños relatos cotidianos. Esta nueva estructura narrativa, propuesta por vez primera en Vidas cruzadas (Robert Altman, 1993), suele venir acompañada por la presencia de personajes atormentados que han de desenvolverse en circunstancias emocionales complicadas. Tras la película de Altman, otros directores cogerían el testigo y se sumarían a ese nuevo estilo basado en las "historias paralelas". Así, nacen la maravillosa Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999), Cosas que diría con sólo mirarla (2000) y Nueve vidas (2005), ambas dirigidas por el colombiano Rodrigo García, o la francesa Paris, je t'aime (2006), de diferentes directores. El cine español también ha realizado algunas incursiones en este nuevo formato narrativo y aporta, por citar algunos ejemplos, películas como En la ciudad (Cesc Gay, 2003) o Malas temporadas (M. Martín Cuenca, 2005).
  Ahora llega a nuestras pantallas New York, I love you, una sucesión de cortos, dirigidos por diferentes directores (Faith Akin. Mira Nair, Yvan Attal...), que se desarrollan en la ciudad neoyorquina y cuyo hilo conductor son las relaciones amorosas. La innovación que propone frente a las películas citadas es la apuesta por el tono cómico en algunos de sus pasajes, que se alterna con situaciones de corte más melodramático en otros. Las secuencias cómicas están resueltas con soltura, no tanto las que pretender emocionar. Y es que los diálogos dotan a la película de ritmo cuando ésta se adentra en el terreno de lo humorístico, pero pierden fuelle cuando la cosa se torna trascendental. El film entretiene y hace gala de una estética estimulante, con el trasfondo de la multiculturalidad como idea permanente durante todo el metraje y la propia ciudad como protagonista, pero al conjunto le faltan coherencia y cohesión. La película no llega, no dice nada. Uno espera que cada uno de los episodios (algunos interesantes; otros, insustanciales) acabe por establecer lazos de conexión con el resto pero termina conformándose con pequeñas interacciones entre personajes.
   El reparto, repleto de caras conocidas, incluye actores de varias generaciones: James Caan, Orlando Bloom, Natalie Portman (que también dirige uno de los cortos), John Hurt, Christina Ricci, Andy García, Julie Christie...El problema reside en que las intervenciones son tan fugaces que la mayoría pasan sin pena ni gloria y se olvidan al salir del cine. Quizá lo mejor de la función sea el trabajo de Ethan Hawke y la escena en la que flirtea con una desconocida a la que acaba de ofrecer su encendedor.

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