'Intocable', crítica finalista en el XV Concurso Crítico de Cine de Guía del Ocio




   El documental A la vie, a la mort, basado en la historia real de un millonario tetrapléjico francés y el joven de los suburbios parisinos que se convierte en su asistente, permite a los realizadores Eric Toledano y Olivier Nakache elaborar un elocuente relato acerca de la diferencia, la superación y el prejuicio social. Dinámica y osada, Intocable fluye con facilidad, esquiva inteligentemente la autocompasión y se escuda sin miramientos en el humor negro para penetrar con descaro en cuestiones que resultan embarazosas. Es la química existente entre la pareja protagonista, sin embargo, lo que proporciona al espectador la oportunidad de sentirse atraído por lo que se está contando. Francois Cluzet, metódico, sofisticado, intachable en el ejercicio de contención que requiere su personaje, conecta sin problemas con Omar Sy, impulsivo, enérgico y espontáneo. La relación que establecen los dos personajes, ambos perseguidos por sus particulares demonios, obligados a luchar contra situaciones extraordinarias, es el ingrediente principal de una película que camina a partes iguales entre la comedia, el cine social y el melodrama. Esta mezcla de géneros, sumada a unos diálogos que huyen deliberadamente del tono sensiblero, acercan a Intocable a la filmografía de Juan José Campanella y provocan que uno se acuerde irremediablemente de la excepcional Mar adentro. La notable factura técnica del film y una maravillosa banda sonora (inolvidable la partitura de Ludovico Einaudi) redondean una función que, sin embargo, no alcanza el sobresaliente. Toledano y Nakache no parecen preocupados por ocultar su intención de llegar al mayor público posible y la marcada tendencia comercial de la película juega en su contra cuando se trata de desarrollar algunas situaciones. El problema es que Intocable huele a una historia ya vista otras veces. Escenas que pretenden remarcar la empatía entre los dos personajes, como aquella en la que Philippe convence a Driss para practicar parapente, incurren en convencionalismos propios de las malas comedias norteamericanas. Clichés que apenas merman la credibilidad de la trama, pero que desentonan con el resto del conjunto: la escena en la que Driss baila junto a varios familiares de Philippe, por ejemplo, no resulta muy convincente. En cualquier caso, no es el manejo del plano narrativo lo que engrandece esta obra. Los momentos de gran comedia, la aversión por el trazo mojigato y una excepcional habilidad para abordar con responsabilidad conflictos universales son, por encima de todo, las cualidades que confieren a Intocable un halo de distinción.

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