El neozelandés Peter Jackson se basa en una popular novela de Alice Sebold para realizar una nueva incursión en el cine fantástico con The lovely bones, la historia de una adolescente que, tras ser asesinada, observa desde el cielo lo que acontece a sus seres queridos durante la investigación del crimen. Jackson ofrece un relato alejado de la grandilocuencia de El señor de los anillos o King Kong, y propone una obra de carácter más intimista que, aunque se sigue con interés, adolece de algunos vicios y convencionalismos ya demasiado frecuentes en el thriller estadounidense contemporáneo. The lovely bones arranca con un potente prólogo en el que la voz en off de Saoirse Ronan introduce al espectador en una trama que promete tragedia y frustración, pero también redención. Sin embargo, la narración va perdiendo fuelle a medida que avanza el metraje y la tensión inicial acaba absorbida por una excesiva tendencia al melodrama. Escenas que pretenden emocionar, como la de una Ronan desesperada intentando alcanzar al fantasma del chico que le gusta, no sólo no consiguen su cometido sino que juguetean con un tono sensiblero, casi mojigato, que contrastan con el resto del conjunto. Y es que la parte de la historia que muestra a la protagonista en su limbo particular parece un pretexto que permite a Jackson desarrollar el despliegue de imágenes que tanto le gustan. Es en lo onírico, en lo fantástico, donde el neozelandés se desenvuelve como pez en el agua. El director inunda la pantalla de todo tipo de paisajes imposibles y de una abrumadora variedad cromática para inventar unos efectos que, sin lograr el acabado de los de sus mejores obras, resuelven de largo la papeleta. Viendo algunas imágenes uno no puede evitar encontrar paralelismos con las películas de Terry Gilliam e, incluso, con aquellas maravillosas ilustraciones de Saint- Exúpery de El principito. El problema es que nada de lo que sucede en esa especie de purgatorio es relevante para el desarrollo del relato. Quizá uno de los puntos fuertes de la película sea su reparto. encabezado por unos correctos Mark Wahlberg y Rachel Weisz, una convincente Saoirse Ronan y un Stanley Tucci en estado de gracia (totalmente innecesario el personaje de Susan Sarandon, que estanca la narración con sus apariciones). Técnicamente correcta, visualmente atractiva, pero carente de fuerza en el plano narrativo, The lovely bones se queda a años luz de lo que acostumbra a ofrecer Peter Jackson.
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