'Más allá de las montañas': un retrato (con alma) de la China contemporánea



Ya nadie pone en duda el papel predominante de China en el tablero geopolítico actual y son pocos los que niegan una más que probable hegemonía internacional del gigante asiático en un futuro a medio plazo. Sin embargo, la sociedad china sigue siendo en muchos aspectos un enorme interrogante para Occidente, una circunstancia propiciada por la opacidad de un gobierno que limita enormemente las informaciones de cara al exterior y que censura también a nivel interno cualquier voz disidente con el sistema. A pesar de esta espiral coercitiva, el cineasta Jia Zhang-Ke se las ha apañado en los últimos años para que su discurso crítico con el modelo chino consiga no sólo llegar a sus compatriotas, sino también traspasar las fronteras del país y mostrar a los espectadores de todo el mundo las miserias de un régimen contradictorio como pocos. Aun así, Zhang-Ke no se ha librado siempre de la represión: su anterior obra, Un toque de violencia, fue prohibida dentro del país.
  Ante esta situación, acercarse a la obra de Zhang-Ke es una de las mejores vías para conocer el complejo entramado social chino. Como ya hiciese con Naturaleza muerta o Un toque de violencia, con Más allá de las montañas Zhang-Ke canaliza su alegato contra el sistema a través de una serie de personajes cuyos conflictos funcionan como arquetipos del problema global que acucia al país. Más allá de las montañas cuenta la historia de Tao (impagable el trabajo de Zhao Tao, esposa de Zhang-Ke en la vida real), una joven de Fenyang que, para casarse, debe decidir entre dos amigos de toda la vida. Al final opta por Zhang, que se ha enriquecido gracias al viraje capitalista chino de la última década, y renuncia a Liang, que trabaja en una mina de carbón. A partir de aquí, las vidas de cada uno de ellos se bifurcan (Tao tendrá un hijo con Zhang, pero no tardará en divorciarse de él) y seremos testigos del apagamiento vital de cada uno de ellos, todos incapaces de adaptarse al crecimiento arrollador de un país centrado en lo colectivo y que olvida el humanismo de puertas para adentro. La metáfora sobre el despiadado modelo chino y la sociedad anacrónica incapaz de seguir su estela está siempre presente, con unos personajes perdidos e impotentes, rodeados en todo momento por la nueva tecnología, y fagocitados de forma inconsciente por el sistema hasta el punto de llamar a su hijo "Dólar". En cualquier caso, el dibujo de la transformación económica del país es más sutil que en anteriores trabajos del director y Zhang-Ke otorga prioridad a las historias personales en perjuicio de la diatriba anticapitalista.
  Y es ahí donde la cinta alcanza la excelencia porque, además de ser un perfecto retrato de la China contemporánea, Más allá de las montañas es, sobre todo, una película con alma. El trabajo de Zhang-Ke está muy cerca del lenguaje poético y depara planos de una belleza extraordinaria: la escena en la que el padre de la protagonista muere, sentado y con un teléfono móvil sonando en la mano, es probablemente una de las alegorías más desgarradoras sobre el mundo presente que se han filmado en los últimos años. Y es que Más allá de las montañas es también una película que habla sobre el paso del tiempo (no en vano Zhang-Ke divide el tempo en tres etapas diferentes de la vida de los protagonistas, haciendo uso de una audaz estructura narrativa que  incluso imagina un futuro hipotético en 2025, ejercicio del que sale airoso) y ofrece uno de los planos finales más conmovedores que recuerdo en el cine reciente, con Go West de Pet Shop Boys acompañando a la imagen y cerrando un relato que se revela cíclico a ojos del espectador tan sólo al final, en el último minuto. Zhang-Ke lo ha vuelto a hacer, y yo ya no dudo que estamos ante uno de los directores de referencia del siglo XXI.

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